jueves, 2 de agosto de 2012

1 y 2 de Julio: el viaje y los primeros encuentros.

2 de agosto de 2012
Queridos amigos: En el portátil desde el que escribo, son las 0:15 horas del día 3 de Julio. Si bien este uso horario corresponde a España, pues aquí son las 22:15 horas. Busco un enchufe donde cargar el móvil y sólo hay uno. Hace ya horas, entorno a las seis de la tarde que ha anochecido, la humedad impregna el rostro y la sensación de calor es fuerte y sin embargo soy feliz. Por fin he visto realizado un sueño: pisar el amado suelo de África y sentir este continente, viviendo una experiencia misionera. Por unos días soy misionero, por siempre lo seré en cuanto podré contar lo que voy a vivir y ahora os transmito: una amalgama de sensaciones. Sí, África y en concreto el país que nos acoge a Silvia, Mireia, Amparo, Cecilio, Togo y quien os escribe, es diferente. Aquí la pobreza se ve por la calle, en cada rincón, en contraste con la exuberante vegetación que acompaña a los habitantes de este estrecho estado que desde la sabana desciende por el bosque hasta el mar, el Golfo de Guinea, en la costa más amarga que conoció la tierra: la costa de los esclavos y sus puertos del no retorno. El primer sentimiento ha sido gratitud a Dios y a la Patrona de las Misiones por encontrarme en Lomé, Kara y la carretera que une las dos ciudades, la capital de los Ewe y la región de los Cavillé. Después admiración ante la belleza de sus paisajes, este verde que cubre el país durante la estación de las lluvias, transformándose seguidamente en ocre en la larga estación seca. Mis ojos y los de los compañeros han permanecido abiertos desde que despertamos, entorno a las seis de la mañana, para descender de la furgoneta y desayunar. Casas de planta baja con techo a dos vertientes y las típicas construcciones circulares de barro. Una carretera de asfalto, herida por cientos de baches, de la que parten caminos de tierra. En los márgenes de esta vía, autopista de peaje (en dos tramos la carretera se transforma en un autopista de apenas unos cientos de metros, sin otra alternativa y, claro, hay que pagar su uso) decenas de camiones averiados. Es una de las primeras curiosidades, además de un tráfico anárquico sin código de circulación (olvídate del cinturón de seguridad, no importa los que vayan en el coche o en la moto, la mayoría con tres pasajeros y esporádicos los que llevaban casco, adelantamientos constantes y ausencia de límite de velocidad, salvo el obligado por los baches), un sinfín de camiones averiados, tráilers peregrinos entre Burkina-Faso y el Puerto de Lomé y viceversa. En la carretera, sustituyendo los triángulos tres montones de hojas indicaban la presencia de un camión averiado. Alarmante en el tramo de mayor peligrosidad. Debido a sus curvas numerosos se encontraban allí. Pero esto es diferente, el conductor si ha salvado la vida puede pasar semanas esperando llegue la grúa y los servicios técnicos y mientras a custodiar el camión. Esto es África, con todo el afecto. Llegados a Kara pilotados por el chofer de los salesianos, Leonard, el hermano salesiano Xavier y quien el día 14 será ordenado sacerdote, Didier. Tierra ésta donde abundan las vocaciones. Tras el recibimiento, reencuentro de Cecilio con sus amigos y presentación. Al mediodía y después de la tradicional fotografía bajo una roca, hemos alcanzado la meta: la casa de los salesianos. Y allí nos ha recibido un hombre santo y buen religioso, el Padre Rafael Sabé, quien ha distribuido las habitaciones: las chicas en un pabellón, Cecilio en otro, a escasos metros y quien os escribe en la comunidad. En la casa de estilo africano he dejado mi mochila, mi única pertenencia en estos momentos. Todo es pobre, la habitación, los muebles. Aquí los salesianos viven pobremente y la verdad, buenas vibraciones. Me ha gustado. Ahora ya estoy en una misión. Y a ver a los amigos. En el camino los estudiantes están construyendo una edificación. Me ha recordado los modos como antiguamente se levantaban las casas y las Iglesias: puntales hechos con delgados troncos, los cuales también sirven para, apoyados en los agujeros, anclar y levantar el andamiaje. Así edificaban mi abuelo y bisabuelo, el “tío Leonardo” y el “tío Ximo” y por tanto los albañiles antes que llegasen los modernos puntales y andamiajes. Los salesianos abriéndonos su casa, sus corazones y el comedor, donde nos han obsequiado con una buena comida. Bien podéis imaginar si comiesen lo mismo que los habitantes del lugar, morirían: ensalada, lentejas, pollo (no el Jeroni) y plátano. ¿Lo mejor de todo? Los sabores. Porque aquí no hay nada artificial. El pollo no come pienso sino lo que le echan y el plátano, exquisito, la fruta de la tierra. Unos sabores que siempre recordaré. Ah y las empanadillas de la madre de Amparo, procedentes de Ontinyent. Por la noche la cena también ha sido muy buena: sopa, arroz blanco con salsa de tomate, pescado y plátano. Sólo así pueden ayudar a los demás. Tiempo de siesta, pues era la una y quien os escribe con el Padre Rafael hemos visitado el banco, donde ha salido el vicedirector y nos ha cambiado los euros en francos CEFA, un euro son unos 600 francos, es decir, por unos días vamos a volver no a la peseta, sino más, a contar con 1.000, 5.000, 10.000,… ¡Ahora que ya me había adaptado al euro! Rafael además me ha mostrado la iglesia que está construyendo. Simplemente impresionante por su capacidad, belleza arquitectónica donde sobresale una gran cúpula piramidal, amplia, creo que son 25 metros y un gran presbiterio. La obra aún le queda mucho trabajo, pero ya está empezada. Hemos atravesado los dos puentes sobre el rio Kara, el antiguo, construcción alemana, con una parte de hierro y el nuevo. Por cierto, el país cuenta con una via de tren, recuerdo de la dominación alemana, abandonada por los franceses sin llegar nunca a ser abierta al tránsito de ferrocarriles. Una fugaz siesta bajo la mosquitera. Las cuatro y, ahora ya comienza el Proyecto Togo. Primero hemos comprado un móvil y su tarjeta, además hemos cargado las botellas de agua y lo más impactante: los sucesivos encuentros personales. África son sus gentes y ellas te cautiva. A los hermanos de la comunidad, a ellos se suman un ecuatoguineano y otro, esta tarde hemos conocido los jóvenes cuyos rostros veía en el facebook y las fotos de Togo 2009 y 2010, los cuatro mosqueteros. Creo recordar: Olivier, amigo de la red social, Cirac, el responsable del movimiento CV-AV, Beltran y, no recuerdo el nombre. Ellos nos han acompañado, cual reportaje de Pueblo de Dios, encima de la camioneta y siempre atentos y solícitos. Visita al Consiliario de CV-AV, el Padre Athanás, quien reside en un complejo parroquial con otros sacerdotes. Pero en todos los lugares pobreza, iluminada por sus habitantes. El Padre un hombre de mirada profunda, de esa que parece está constantemente mirando a Dios, mientras escucha atentamente y ve a los demás. También los niños pequeños, en concreto dos que hemos encontrado. Una preciosa niña en la tienda del agua y otro muy activo en el lugar donde se está realizando el primer campamento en el que participaremos. El lugar se encuentra en Yade y a él nos hemos dirigidos llevados por Mesie Leonard. Después de abandonar la carretera, por caminos de tierra nos hemos encontrado con los poblados africanos. Los pintorescos pueblos de adobe, llenos de gente, en mitad de la montaña. Tres son los lugares donde nuestros buenos amigos vivirán el campamento: la casa del párroco, la vivienda con las habitaciones para descansar y el campamento propiamente. Acogida cordial y alegre de quienes con el “bon arrive” han estremecido nuestras entrañas. Y allí han quedado ellos. La lluvia ha hecho acto de presencia. Les acompaño hasta un lugar, con la incertidumbre de si tendrán que desplazarse caminando por un lugar desconocido, caminos de barro y todo por Amor, ese que lleva a los mayores sacrificios, posibles gracias a la ayuda del Padre. Caminos de tierra y pobreza que hiere el alma. “Tanta gente abandonada de tu mano, Padre”. Después he sabido que no es así. Es un deambular por las calles, nadie está sin hacer nada. Las mujeres cargan sobre sus cabezas el pan, el agua, la ropa,… no sólo las adultas sino también las niñas. Y sobre sus espaldas el niño recién nacido. Ciertamente impresionante. Toca el corazón. Al llegar la sacudida cordial ha sido fuerte, los niños y niñas de CV-AV nos han recibido cantándonos la bienvenida. Esa es la Iglesia joven, de la esperanza de la Iglesia. Le preguntaba a Dios que hacía ante el sufrimiento de tantos inocentes que caminan bajo la lluvia y cuando intentan salir de la vida condenada a prematura muerte, llegando a nuestras cosas los expulsamos por ilegales. Y os dejo, el sueño me está vencido. Son las 11:08. Gracias por leerme. Nota posterior: la respuesta la he encontrado a lo largo de los días. Allí Dios ya estaba haciendo algo, me había enviado para sacudir mi conciencia, mi vida más pobre que la de estas buenas gentes. Y en ellas he visto a Dios que las envía para paliar el sufrimiento de sus hermanos.
1 de Julio: el viaje.

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