miércoles, 15 de agosto de 2012

Día 9º. Martes 10. Visita a la Catedral.

Día 9º. Martes 10. Queridos amigos: Las 0:04 en España, feliz nuevo día. Aquí aún nos encontramos en el 10 de Julio, pues seguimos el horario solar. Vosotros oficialmente habéis cambiado de jornada, pero según la naturaleza seguimos en el día anterior. Se escucha la televisión. Nuestros buenos amigos misioneros descansan. Son realmente unos héroes. Ellos viven aquí, en esta estación en la que se está mucho mejor que en Valencia, con airecillo fresco y todas las tardes lluvia refrescante que reverdece los paisajes y en la estación seca, cuando el calor supera durante seis meses los 40º y la gente anda buscando agua allí donde la hay, en un auténtico calvario en busca de la que a veces se halla a varios kilómetros. Porque en este país son “aseados”, es decir, muy limpios. Los niños y las niñas se duchan dos veces al día y antes de comer se lavan las manos. La pobreza es grande, su mochila apenas es una pequeña de las nuestras o una bolsa con un par de prendas. Pero ¡qué felices son! La mayoría de los niños son como los de nuestra tierra, pero sin tantos recursos. Eso sí cuando te ven pasar te saludan con sus pequeñas manos, te ofrecen una radiante sonrisa y limpia mirada y te llenan el corazón. Esta mañana hemos visitado la Catedral, tan sólo por fuera pero se podía ver el interior gracias a las cientos de pequeñas ventanas. No os la imaginéis como en nuestras ciudades europeas, unas manzanas de casas y calles y en su corazón un gran edificio. Aquí es diferente, los espacios verdes abundan. Es un edificio en el centro de una explanada, sin ningún otro cerca. Tan sólo el colegio de las religiosas marianistas y la vieja catedral. Imaginad un jardín con un edificio coronado por la cruz. A pocos metros de la iglesia se halla un altar y cerca la gruta de Lourdes. Ya he visitado la Virgen de Massabielle sin ir a Francia. Delante de ella unos bancos y personas rezando el rosario ante la imagen de María, la Bernardette y los corderitos. También nosotros hemos rezado el ángelus y encomendado a nuestra Madre el campamento que vamos a iniciar. Después nos hemos acercado a los niños que son como la pastorcita a la que la Virgen se le apareció. Leonard nos ha conducido por el Mercado, el almacén con el trigo, el maíz,… la plaza con los cientos de puestos apretujados y el estrecho pasaje donde los comerciantes vendían. ¿Os preguntaréis para qué? Bueno en primer lugar para conocer Togo, pues una ciudad se conoce cuando te adentras en su mercado, pero sobre todo porque allí se encuentra la Barraca. A este pequeño edificio llegan niños perdidos en la ciudad, abandonados por sus padres o huidos de sus familias a causa de los malos tratos recibidos. Otras veces son los salesianos y voluntarios quienes los buscan entre la multitud y los llevan a este lugar. El objetivo es impedir sean presa de las bandas callejeras y las mafias. Es terrible pero hay personas dispuestas a explotar y abusar de ellos con el fin de obtener diversos beneficios. Y allí dos voluntarias nos han acogido. Lo más emotivo ha sido la niña durmiendo en el suelo, pequeña. Sí, en estos días hay infinidad de imágenes difícil de olvidar y que marcarán mi futuro. ¡Tanta pobreza! ¡Tantas criaturas inocentes pasando hambre, solos en el mundo! Y Dios con ellos en los salesianos y cuantos les tienen una mano y los acogen. Nos contaba la responsable la labor realizada por ellos. Una vez entran en la Barraca cumplimentan una ficha e intentan averiguar el origen del niño y los motivos por los que ha sido abandonado o ha llegado allí. Después visitan a sus familias y contrastan la información con la trabajadora social. Evaluada la criatura tiene varias posibilidades: volver a su hogar, integrarse en los centros de los salesianos o ser llevado a otro centro. En el lugar había poca gente, pero a lo largo del día pasan unos diez chicos o chicas que son acogidos y derivados a las casas de acogida. A veces algunos no quieren dejar la calle. Y así en el corazón de Kara cuatro personas ofrecen el rostro del Dios Padre lleno de Ternura que acoge a sus hijos abandonados. Después de comer el ATS me ha mostrado el dispensario de los salesianos. Se encuentra junto a la capilla, en el Centro Don Bosco y cuenta con una sala de atención y practicante, dos salas más, consulta del médico, farmacia y laboratorio. Es un punto más de luz en esta ciudad. Todos son atendidos por la comunidad y las personas que les ayudan. Y por la tarde, a las 15:30 hemos partido hacia un pequeño pueblo, Sious, uno de los más alejados. Se encuentra cerca de la frontera de Burkina Faso y allí entre la vegetación hay palmeras. La selva tropical ha sido talada y convertida en un nuevo tipo de bosque. Después de viajar por carretera de asfalto nos hemos adentrado 14 km de sendero hasta llegar a un poblado con un buen mercado. Primero hemos visitado la casa del párroco y saludado a otro sacerdote que llevaba sus muchachos al lugar. Después ya hemos entrado en este campamento. Como siempre de una gran austeridad. Salas de escuela transformadas en dormitorios. Los niños nos han recibido cantando y nos hemos unido a ellos en el canto y el baile. Ha sido el primer momento de integración. Y con ellos tres pequeños a los que tres globos les han cautivado. Es un nuevo campamento. Los chicos parecen, por sus vestidos ser de familias acomodadas, es decir, menos pobres. La tarde ha sido cautivadora por la luz y los colores. Después nos hemos vuelto parte de la Misión, cena y a descansar que son las 10:28 y mañana hay que levantarse pronto que tenemos misa. A las 5:30 fuera. Esto es Togo, amigos.

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