domingo, 5 de agosto de 2012

5 de Julio: encuentro con el Obispo y Adoración al Santísimo con los jóvenes.

Día 4º. Jueves 5 de Julio: Queridos amigos: Son las 11:09 de la noche en Togo. Después de unos días con nubes a estas horas hoy la hermana luna se ha hecho presente, después de un bello atardecer. El ejército estelar han anunciado su llegada y tras desfilar ante nuestra mirada las estrellas, ella ha comenzado a ascender a su trono, iluminando a cuantos la contemplan. El misterio de la luna, las estrellas y el sol. Cada lugar parece tener la suya propia y cada uno la contempla desde un espacio cerrado y sin embargo es la misma en todos ellos. Como el Buen Dios en el sagrario y la eucaristía. ¿Podemos contemplar cada uno al mismo Dios estando en lugares separados? ¿Podemos contemplar la misma luna estando en lugares distantes? Pues bien, la eucaristía hoy ha estado muy presente. Ha sido una jornada eminentemente eucarística que comenzaba levantándose a las 5:30 Cecilio, Amparo, Silvia y Mireia, para así asistir a la misa de 6 en la Parroquia San Juan Bosco. A las 8:30 nos hemos reunido todos y por fin, al subir las escaleras, estaba allí ella, esperándome. Después de cinco días aparecía ante mis ojos cual sol en el amanecer: mi maleta, extraviada en el aeropuerto de Casablanca. Y al acercarme se ha inclinado para pedirme perdón, es decir, ha caído hacia mí. Allí estaba. Una imagen difícil de olvidar. Después del desayuno la hemos abierto y me he rencontrado con el Cristo Pantocrator, mi Cristo, el icono que me introduce en la profunda mirada de Dios, Presencia viva para mí, medio para orar en el silencio de mi habitación y para trabajar orando, sintiendo su mirada protectora. Además el altavoz, el ordenador pequeño cuya pantalla ha llegado rota, las estolas obsequio, el cáliz y la patena del Obispo, la Biblia, el libro de Santa Teresa de Liseaux, “Historia de un Alma”, el proyector, mi bolsa de aseo y ropa. Una gran alegría. Rápidamente hemos ido a la comisaría de policía con el fin de obtener el visado por el que se nos autoriza a permanecer en Togo. Sin ningún problema. Bien atendidos, sin colas. ¡Qué diferencia a España donde dan ganas de llorar al contemplar las largas hileras de inmigrantes buscando ser acogidos por nuestro país! Me daréis mil razones, yo sólo tengo una: Togo no ha puesto ningún obstáculo para que entrase en su territorio. Ya, ya, allí somos ricos y aquí, en Togo, somos pobres. Pues los pobres que nada tienen no les importa que vayan a su país y los ricos que tienen en abundancia impiden entrar incluso para asistir a la JMJ. Innumerables trabas burocráticas, un auténtico calvario el que ha de pasar el religioso que desea estudiar en España. Sí en nuestra España actual un sacerdote, un fraile o una monja africano que es requerido para que estudie o ayude en una parroquia lo tiene muy difícil, el Estado Español, al no pertenecer al área de influencia española, le coloca innumerables trabas. Los hispanoamericanos y guineanos lo tienen un poco más fácil. Quizás os suene demasiado radical, pero en España actual se impide entrar a frailes, monjas y curas de África y también se impidió participar a los jóvenes católicos de África en la JMJ de Madrid. Directamente no, no hay una prohibición, pero sí ralentizan los trámites, estos son innumerables, tiene que ir a las oficinas españolas en los países vecinos, pues en Togo no la hay y las gestiones son lentas y costosas, aunque sean los salesianos quienes garanticen al Estado que no se quedará a vivir para siempre en Europa. Así son las políticas económicas, el dios Mercado sacrifica a sus hijos africanos impidiéndoles vivir o tener una vida digna. Lo siento con mi egoísmo no quiero adorar a este dios, aunque muchas veces, confieso mi pecado, adore el bienestar y el consumismo. Mi Dios es Jesucristo, el Hijo del Padre que optó por los últimos, nació forastero sin casa en Belén y murió como los esclavos y extranjeros fuera de la ciudad en una cruz. Aseo, una buena ducha, afeitado y regreso a la comisaria, donde con gran amabilidad nos han atendido, desvaneciéndose la imagen que tenía de la policía en los países del sur. “Merci” y de corazón. Y enseguida, a las 12:15 al Palacio Episcopal. Un bello lugar rodeado de vegetación, donde reside el Obispo Jacques Danga Longa. Primero nos ha atendido el secretario en el comedor. Allí nos ha obsequiado. Después ha entrado él y nos ha saludado departiendo un rato y ofreciéndole los regalos: el cáliz y la patena, obsequio del Arzobispo de Valencia D. Carlos Osoro, la estola, los cuadros de la Virgen del Milagro de Cocentaina y de la Purísima de Ontinyent, ah y una pequeña estampa de la Virgen de los Desamparados que llevaba en el bolsillo con la oración del obispo salesiano D. Marcelino Olahechea, ah y el Aleluya con la noticia de Togo. La próxima vez prometemos llevar Paraula también que las dos publicaciones diocesanas se están portando muy bien con nosotros.. A continuación nos hemos sentado a comer lentejas, gallina india, platano. Muy buena comida preparada por las religiosas de la casa. Foto y con el buen, sencillo, humilde sacerdote, consiliario de CV-AV, el Padre Athanase hemos regresado a casa. A las 5 con Olivier y Ciriac hemos visitado la casa de un joven, adentrándonos en el coche. Su casa se encuentra tras una pequeña senda que nace del camino de tierra. Una especie de plazoleta acoge las viviendas. ¿Y como son? Las de la mayoría son una habitación de barro con techo de metal, en ella una mesa, bancos y en la pared un colchón. Tan sólo una ventana y una puerta, ah y posters de la Virgen María, el Corazón de Jesús,… indicando con ello al huésped que se halla en un hogar católico. Con razón viven en la calle. ¿Cuáles han sido mis pensamientos? Visitaba la casa de la Virgen María y nos atendía Santa Ana, una anciana curtida por la vida, vestida con el típico traje de su pueblo y pañuelo en la cabeza. Así debieron vivir María y José. Así vivió Jesús. Quizás más grandes, puede ser. Pero como estas buenas gentes vivieron el Pueblo de Israel en Egipto, los profetas, los apóstoles. Pobres todos ellos. Pequeña vivienda y comida en la calle. Y Cristo sigue haciéndose presente en los pobres. Estas casas tienen presencia de Dios, porque se acercan mucho más a él, que se hizo pobre, pasando por uno de tantos. Se que allí Dios se siente como en casa. La experiencia ha sido dura. África lo es. Es tierra de contrastes. Desde la oscuridad de la piel de su rostro el africano y la africana irradian luz en sus ojos, una cegadora luminosidad. Son diferentes a nosotros, ellos tienen dentro espiritualidad. Después de visitar la casa de Jesucristo hemos ido a verle en su otra casa, la Iglesia de San Juan Bosco. Allí me he revestido y he participado en la Adoración Eucarística. Mis compañeras han quedado prendadas, atrapadas por la oración. Sí, ellos nos ayudan a orar. Impresionaba en una iglesia escasamente iluminada en comparación con las nuestras, en forma de nave y donde la luz se ha ido varias veces, mientras a las seis y media ya era de noche, la actitud de los jóvenes que llenaban la Iglesia. Arrodillados, en silencio, escuchando la Palabra de Dios en francés y cavillé, rezando las mismas oraciones que en Europa. Pero después se han levantado y ante el Señor expuesto en la custodia han comenzado a cantar y danzar desde el sitio. Levantaban el ánimo de estos occidentalillos. Sí no ha sido sólo un gesto, de rodillas me he levantado. Un respeto, una devoción, por parte de los jóvenes asistentes. Mientras, el Padre Rafael se ha entregado al sacramento de la reconciliación y le ha faltado tiempo. Personalmente he podido vivir el momento de la bendición. Ha sido una hora donde en mí no han brotado palabras, unas pocas pidiéndole una gracia. Sentía la mirada de Cristo y eso era lo que importaba y Él me ha levantado, se ha servido de los cantos de estos jóvenes. ¡Cuánta alegría había en esta celebración! La transmiten. Son alegres, porque confían en Dios. Y al regresar a sus hogares encontrarán una pequeña habitación sin luz donde dormirán sobre un colchón. Y sin embargo estos hijos de Dios puede que los hombres los hayamos abandonado, pero Él no. Dios está aquí en África, se le ve en el rostro de los católicos, jóvenes en su mayoría. Y se le encuentra en los misioneros. ¡Cuánta labor realizan en esta ciudad y sus poblados los salesianos!: centros de acogida de niños y niñas, escuelas profesionales, dispensarios, atención a los universitarios,… Sí, la ayuda llega. Estas gentes saben que “mon père” tiene siempre algo que darles. Y estas buenas gentes pasan hambre. Literalmente, pasan hambre, días sin comer. Así es, jóvenes estudiantes que pueden pasar dos días si haber tomado un bocado y se les ve en la mirada o como cogen el plato y con sus manos se comen los alimentos. ¿Y vosotros, nosotros, cuando llegan en pateras o cayucos decimos que los echen? A la Iglesia no sólo se persigue quemando templos o matando curas y monjas, sino cada vez que un hijo suyo se le priva del justo derecho a sobrevivir. Aquí hay mucha pobreza y no es el único país. Hay muchas personas que no tienen nada. La ciudad es un barrio pobre. Y sin embargo entran en la Iglesia y son capaces de cantar con alegría. Después hemos comido y recibido una charla del Padre Rafael en el porche. Deleitosa, donde nos ha ofrecido testimonios de personas que sufren. Ellos a dormir y yo y el salesiano a su parroquia a intentar abrir infructuosamente el correo electrónico. Allí dos jóvenes han entrado y le han ayudado. Después estaban fuera, calentándose. Esa es la vida de muchos togoleses. No podemos cambiar la situación de todos pero sí la de algunos de ellos. Nuestra presencia les lleva a que más de quinientos niños durante unos días tengan tres comidas. Sin el Proyecto Togo queda claro, sin la ayuda de los centros juniors, este año niños y jóvenes concretos, habrían comido unas diez comidas menos. Y a la 1:57 termino. Buenas noches.

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