miércoles, 15 de agosto de 2012

Día 10º. Miércoles 11: Bendición de las casas.

Día 10º. Miércoles 11. Anoto el día de hoy. Ya hemos superado el ecuador de mi primera misión. Son las 22:12 en la Misión Salesiana de Kara. Durante la tarde y la noche la lluvia apenas ha cesado y esto aquí es buena señal, pues significa abundantes cosechas, especialmente de maíz y por tanto los habitantes de este país podrán alimentarse durante los seis meses que dura la estación seca. De lo contrario sufrirán la terrible hambruna. Ahora, os lo confieso, no son rostros cuyos nombres desconozco, protagonistas anónimos de más de un telediario y de un “zapping”, dramáticas imágenes de niños muriendo de hambre abrazados por esqueléticos cuerpos. Son personas a las que he saludado, cuyos nombres conozco, con las que desde hace diez días comparto la fe. Y hoy ha sido un día en el que gracias al Padre Rafael me he adentrado en sus hogares. Una jornada pastoral y parroquial por excelencia. Mientras mis amados togolito y togolitas se hallaban a unas decenas de kilómetros, en Sious, impartiendo las clases y colaborando con los CV-AV del sector de Niamtougou, quien os escribe ha permanecido en Kara pero no en el que es su hogar. A las seis he concelebrado con el Padre Rafael en la casa de las salesianas. Allí además de la religiosa de Malí que conocíamos todos, he saludado a una hermana chilena y hemos podido en el desayuno hablar nuestro idioma materno o de adopción, la bellísima lengua con la que os escribo: el español. Como anécdota para los habitantes del lugar todos los que hablamos este idioma somos considerados españoles, no distinguiendo entre los nacidos en la Península y en continente hermano. Además me ha gustado la capilla, con numerosos elementos africanos como la imagen del Cristo y la Virgen María, pero especialmente el sagrario, una cabaña africana. Después de desayunar hemos regresado a la casa y a las 8:30 nos hemos dirigido a la Parroquia San Juan Bosco. Allí emprendía una experiencia enriquecedora. Después de traducir el Padre Rafael del francés al castellano y tomar nota de las oraciones, con uno de los catequistas, el vicepresidente de la comunidad y un grupo de feligreses nos hemos dirigido al barrio donde viven los católicos. Éste es un lugar pintoresco para nosotros. A mí me ha recordado los “massos” o casas de campo de la huerta valenciana. En un ámbito distinto, pero con ciertas similitudes. Los senderos y caminos unen diversos grupos de viviendas. Estas son lo que en nuestra tierra llamamos chabolas y, estos días intento recordar cuanto aprendí de la Geografía de 2º de BUP: en África llaman “bidonville”. Las ciudad, tal como os comenté otro día, está formada por edificios de piedra rodeados de tierras y viviendas. Siguiendo un circuito diseñado por este equipo, descendiendo a la izquierda de la carretera nos hemos adentrado en el barrio, visitando quince casas. En cada una de ellas bendecía el agua, si la había depositaba en su interior sal, bendecía con una oración la familia y asperjaba la casa y cuanto ellos me pedían. Ah y para terminar, mi fotógrafo nos invitaba a la “foto de familia”. Tan sólo la última casa, debido al agotamiento de las dos baterías, ha sido privada de ella. Todo ello me ha recordado Benissuera y la “salpasa” o bendición del agua, la sal y los hogares el lunes de Semana Santa. Un medio ideal para acercarse a uno de los ámbitos más íntimos de las personas, su casa y visitándolos llevarles a Cristo, sentirse sacerdote que trae la bendición de Dios a la familia. Y ¿qué encontraba allí? En primer lugar campos de maíz rodeando el conjunto de viviendas. Las familias distribuyen su casa del siguiente modo: habitaciones de planta baja una continua a la otra sin comunicación interior, con una puerta y una ventana, cama, mosquitera y si es la de los hijos en edad escolar libros y mesa para estudiar; cocina delante de estos pequeños edificios; habitáculos para ducharse, es decir, como las duchas de los campamentos pero sin grifo, pues aquí todos toman un recipiente grande con agua y con otro pequeño se lavan; granero, garaje o cuarto trastero; y los que tienen mayor poder adquisitivo granja con cerdos. Todo este grupo de chabolitas se encuentran rodeando un árbol que produce sombra . Si no habéis visto las fotos es difícil de imaginar. No penséis en el idílico paisaje de las series “La Barraca” o “Cañas y Barro”, sino más bien en un barrio del extrarradio de las grandes ciudades, pero con el encanto de no estar todas las chabolas hacinadas sino rodeadas de árboles y campos de maíz. La mayoría de sus habitantes se encontraban adecuadamente alimentados, en comparación con otros lugares y abundaban los niños. Las mujeres jóvenes llevaban todas detrás un bebé, una de las imágenes que permanecerá para siempre grabada en mi memoria. Pocas en edad de concebir las hay que no lleven un niño pequeño. Ya os lo he contado aquí hay muchos niños. Desde las 9:30 hasta las 12:45 pisando la tierra africana, disfrutando de poder conocer esta tierra desde lo más profundo, sus hogares, recibiendo la acogida de los católicos que viven en este barrio, una minoría pero unida y que construye con el párroco comunidad, desde las comunidades de base como primera célula de la parroquia sobre la que va vertebrándose y acogiendo en su seno los diversos movimientos (CV-AV, carismáticos, Legión de María, jóvenes universitarios, cooperadores salesianos,…). La parroquia casa de todos, integradora de la pluralidad de carismas y ministerios, rica por acoger en su seno la diversidad que enriquece la Iglesia. También en tres casas me han obsequiado con agua, zumo y refresco de malta. Es la forma que tienen de agasajar al huésped. Aquí te ofrecen lo que tienen, un vaso de agua. Entiendo ahora lo que afirmó Jesús: “quien os ofrezca un vaso de agua porque sois discípulos míos tendrá su paga”. En aquellos tiempos, era lo que se ofrecía al invitado, porque el Hijo del Hombre vivió pobre entre los pobres. En este lugar sigue viviendo, habitando las casas y aquí, como me pasa cuando realizo lo mismo en Benissuera y muchas veces cuando visito algún hogar, se sienten felices, alagados por mi presencia, no porque mí, sino por mi condición de sacerdote que lleva en su vasija de barro el mayor tesoro que existe. ¿Qué mas os puedo decir? Pues eso, que he sido muy feliz. Me he sentido, con la distancia que me separa en santidad, la Madre Teresa de Calcuta, quien fundó las Misioneras de la Caridad para “llevar la luz a los agujeros oscuros de Calcuta”. Ella conocía muy bien los barrios donde vivían los necesitados. Sin alcanzarle, por una mañana, me he sentido en cierto modo la santa, para mí, mas grande del s. XX y quien más nítidamente ha reflejado el rostro de Cristo. Dios me ha permitido llevar Su Luz a estos hogares. Sí, ya, no les he ofrecido nada material, pero lo más importante en nuestra vida es lo que no tiene precio: el amor que Dios a través de mis palabras, gestos y mirada ha irradiado a estas buenas gentes, las que te cautivan el corazón por su sencillez y bondad. Aquí el Padre ha revelado a los humildes estas cosas. Y después ha comer. Una buena ensalada y pollo. Descanso para a las 16 horas sentir la presencia de Cristo en la capilla de la clausura, hasta que la lluvia ha amainado y con el Padre Rafael he vuelto a la Parroquia, volviendo a la dura realidad. Es decir, después de intentar vanamente abrir el correo electrónico y el Facebook, he leído la página de “El Mundo”. España no sigue igual, sino peor que cuando marchamos, va sin saber a donde va, fruto de unas políticas centradas en la economía que ha marginado a Dios, al Evangelio y los valores de Jesús como son la defensa de la vida que lleva a la solidaridad y opción preferencial por la vida de aquellos que son “un problema” para los que no tienen corazón, una ocasión para amar para quienes creemos en Jesús, hijos para Dios. Sí, mis africanos ven la televisión y cuando comienzas a hablar descubres que en fondo lo que desearían es que te los llevases a Europa. Éste es el deseo profundo que anida en sus corazones y aunque no es cierto que en nuestra tierra lluevan los euros del cielo, si lo es que por el mismo trabajo se recibe mucho más y por tanto pueden ayudar a los que quedan acá. Bueno, como os decía, apagado el ordenador he asistido a la eucaristía en una comunidad. La pequeña capilla. Una habitación como la de ellos, con un altar, bancos y cuadros, entre ellos la Milagrosa. Llena de fieles y eso que algunos por la lluvia no han asistido, hemos celebrado la misa. Por cierto, de todas las edades, jóvenes, ancianos, niños. Durante la hora que ha durado la eucaristía y reunión se han hablado cuatro idiomas: el oficial del país, el francés; el materno y único que entienden los mayores, el cavillé, contando para ello con el catequista como traductor o lector del Evangelio en este idioma; el oficial en España o castellano y el materno tanto del Padre Rafael como de quien os escribe. Allí el párroco les ha invitado a apuntarse para que bendiga mañana sus casas. Todos desean la visita de quien os escribe. ¿No es para estar contento? Con la lluvia acompañándonos, he cenado y saludado a uno de los primeros jóvenes que conocí al aterrizar en Lomé: Didier. Él es salesiano y ha regresado de los ejercicios espirituales previos al presbiterado. El sábado será ordenado sacerdote, pasará a ser hermano mío en el sacerdocio. Y él habla un perfecto español, con acento “andalú”, pues ha pasado sus últimos cuatro años estudiando en Sevilla y Granada. Pertenece a ese grupo de jóvenes que nos ofrece África, esta joven plantita en crecimiento frente a la vieja Europa. El día no ha terminado. Después de cenar, Cristino me ha invitado a ir con Dibier y él al Foyer. Por cuarta vez y segunda de noche me he encontrado con los niños de la calle acogidos por la familia salesiana. En este hogar estaban viendo una película. Ha sido un momento entrañable. Han apagado el televisor y sentados en los bancos he dirigido la oración. En ella hemos dado gracias al Padre Bueno por el mejor momento vivido, la persona que más felices nos ha hecho hoy, la lluvia, los árboles, los alimentos, los que cuidan de ellos. El salesiano ecuatoguineano ha sido mi traductor. Ah y les he descrito como es la imagen de la Patrona de los Valencianos. la Virgen de los Desamparados que acoge a sus pies a dos niños. La verdad, bien podría ser la patrona de los Foyers del mundo, de todas las casas donde se acogen a los niños de la calle o de la guerra, pues en su origen fue llamada “Santa Maria dels Folls, Inocents e Desamparats”. Estos hogares son la humana imagen de nuestra Madre, son la Madre que muestra a Jesús y acoge bajo su manto, protegiéndolos, a todos los niños inocentes y desamparados, desde la pureza de corazón expresada en la imagen con la azucena. Y así ha terminado el día. Y termina. Son las 11:10 en Togo, la 1:11 en España. En resumen: un día de paz y felicidad viviendo el ministerio sacerdotal.

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