miércoles, 15 de agosto de 2012

Día 14º. Domingo 15. Primera Misa de Didier.

Día 14º. 15 de Julio. Queridos amigos: Son las 21:14 en la noche de Kara. A esas horas en nuestra tierra aún es de día, debido al retraso de dos horas sobre el horario solar. Aquí es la hora exacta, la natural, y la cercanía al ecuador provoca los días apenas se abrevien o prolongen a lo largo del año. Siendo verano es la estación más suave, la de las lluvias que abarca la primavera y el estío. Después llega la estación seca donde no cae una sola gota y se pasa de los 40º durante el día a los 15º en la noche, debido al aire que desciende del desierto y las zonas templadas del hemisferio norte. Dentro de una semana si la Divina Providencia así lo considera me encontraré de campamento en Teruel y con el corazón en esta tierra que me ha cautivado. Me enamoré de África hace cuatro años, bueno, quizás antes, en la adolescencia. Aquellos años en los que escribí no se si llamarlo libro, pero sí un relato donde reflejaba mis sueños: ser sacerdote y misionero en África, concretamente en el Congo. Y ahora aquí me encuentro, disfrutando de esta experiencia, rodeado de estos hombres y mujeres excepcionales como son todos los que dejando sus países llegan a esta tierra a anunciar el Mensaje de Jesús, el único capaz de transformar la sociedad desde el corazón del ser humano, porque le ofrece un Dios Amigo que escucha, a quien hablarle con el corazón bien sea en el silencio de la plegaria, bien en las danzas y cantos, bien en el hermano. Este Dios que nos invita a amar a los demás como Él nos ama, haciendo presente el Reino. En esta comunidad y desde ella estoy viviendo días únicos. Hoy ha sido uno de ellos. Quien descansa en la habitación continua, Didier ha celebrado su Primera Misa. Al igual que ayer, a las ocho de la mañana la que bien podemos llamar Basílica de San Juan Bosco por sus dimensiones, se ha llenado de más de dos mil personas. Sí, lo que leéis. Y es verdad, en África la gente camina horas para ir a misa. Hoy lo han visto con emoción mis ojos. El día ha amanecido lloviendo y sin embargo gentes procedentes de poblados distantes, como los que visité el pasado domingo, han emprendido el camino hacia la parroquia. Tan sólo los ancianos y enfermos han quedado en sus casas. Era un goteo de personas, una procesión de adultos y niños, hombres y mujeres, acercándose a la Iglesia y sufriendo la lluvia sin paraguas ni impermeable. El africano es fuerte y recio. Pasadas las ocho y precedidos por cantos hemos iniciado la procesión de entrada. Impresionante la Iglesia, con personas de pie. Por tercera vez vivía una gran celebración. Este templo inacabado, promovido por el Padre Rafael, sin puertas ni ventanas, nos ha acogido. La misa ha sido la expresión de la inculturización. Lo más significativo para este occidental han sido los elementos indígenas, además de los cantos. Especialmente las ofrendas y el final de la misa. En la primera le han ofrecido una azada, con todo el significado: para la familia o la tribu ahora ya es un hombre adulto y por tanto tiene el deber de cultivar la tierra, es decir, le encomiendan que cuide de la viña del Señor, el campo que Él ha plantado, pues recordando a Benedicto XVI el día de su elección, somos humildes trabajadores de la viña del Padre. Otro momento ha sido la danza ritual. Sólo pueden participar los iniciados. Por el pasillo central ha entrado el grupo y lo han integrado en ellos, recorriendo la Iglesia y bailando. Otro elemento de la inculturización o expresión de la fe en categorías propias del lugar. Es la fe que asume los ritos propios de cada cultura (pensemos en nuestros pueblos mediterráneos la importancia del fuego) y ésta recibe al sacerdote como hombre grande, lejos de expulsarlo de la comunidad por pertenecer a una religión diferente a la de sus antepasados, el animismo, lo aceptan y lo veneran. ¡Cuánto me ha recordado a Juan Pablo II! Él se ganó el corazón de todas las gentes acogiendo las expresiones culturales de cada país e integrándolas en la eucaristía. La apertura del Año Jubilar fue un símbolo de ello. Es la Iglesia que tradujo la fe semítica, hebrea, en categorías greco-latinas, la Institución que respeta las tradiciones y las orienta hacia Cristo. Como os decía, ha sido bellísimo y a Didier se le veía feliz. La familia sentía la dicha de tener entre ellos un “mon père”, un sacerdote, representante de Dios. Y así ha concluido la celebración en la que de nuevo mi alma se ha colmado de admiración por este pueblo. Después a las dos hemos compartido la comida en una de las dependencias de la misión. En ella nos han servido pasta de maíz con pescado, carne con arroz, dos platos condimentados con las salsas picantes y riquísimas. Y para beber refrescos, cerveza y la bebida propia del lugar, que está también buenísima con moderación. Ha sido una comida como las que se celebraban antes en nuestros pueblos. Sin restaurante ni costosísimos salones de banquetes. La familia o amigos la prepara y la sirven. ¿Para qué más? Las 21:38 Didier entra en su habitación. ¡Si supiera que estoy escribiendo acerca de él y de cómo Dios se ha servido de su persona para reavivar en mí la gracia recibida el 27 de Mayo de 1995! Fácil es imaginar los sentimientos en su interior. Es sacerdote. Desde ayer lo es para toda la Iglesia. Su vida es signo de la presencia de Dios. Sus palabras hacen presente a Cristo en la eucaristía, perdonan los pecados, confortan a los enfermos. Es Dios en medio de los hombres y mujeres. Bien, concluida la comida siestecilla. Y entorno a las 18 horas me ha visitado el Padre Rafael. Con él he ido a la iglesia. Allí de nuevo he podido disfrutar de la fe de este pueblo. El grupo de los carismáticos estaba celebrando la fiesta de final de curso, animada por cantos. Y todos ellos jóvenes, padres, madres y niños correteando por la gran iglesia. Nos han ofrecido comida y ¿cómo negarse? Eran fideos con pimiento picante y cebolla. Hemos comido la mitad y el resto lo hemos repartido entre los niños. Sí, amigos, en África hay hambre. No son rostros raquíticos, salvo excepciones, pero los niños tienen hambre, comen cuanto se les ofrece, quizás porque al día siguiente no comerán. No me canso de escribirlo, en África se pasa hambre. Me recordaba lo que he escuchado de nuestros mayores. Las bodas en las que los invitados comían hasta saciarse, en abundancia, sencillamente porque al día siguiente volverían a comer lo de siempre y en poca cantidad. Este país recuerda nuestra España de la postguerra, de gentes que malviven y pasan hambre. No es tan distinto al nuestro. Nuestros padres y abuelos sabían lo que significaba trabajar para sobrevivir en una economía de subsistencia. No tener cuarto de aseo, ni ducha y el que las gallinas y los patos correteasen por una casa sin piso de mármol. Cuando veo a los niños con la azada pienso en mi abuelo, quien nació en 1902, él también de pequeño, con la edad de estas criaturas iba a recoger aceitunas y a cultivar los campos con una azada. Él apenas fue a la escuela y su vida hasta que murió con 94 años fue un trabajar sin descanso. Aquí me he rencontrado con mis raíces. He conocido mejor a mis antepasados. Pero bien, al margen de ello, ha sido una fiesta. Como siempre con un gran número de personas, todos ellos jóvenes, y han cantado y hemos bailado al ritmo africano. Y lo han agradecido. Sin conocerme me han acogido, sencillamente porque era un sacerdote, amigo del párroco que tanto quieren y tanto ha realizado en esta parroquia, el Padre Rafael. Y después, cena de lo que ha sobrado en los últimos días, porque aquí no se tira comida. Veo los cubos y no hay nada de comida. Los huesos van para los perros. La que sobra se guarda, se come otro día o se reparte entre los hambrientos de este lugar. Y a descansar. El pensamiento de hoy, quizás sea repetitivo, soy feliz, esta Iglesia llena el alma, siendo minoritaria, el 30% de la población, es viva, alegre, dinámica. Es lo que les prometo cuando me ofrecen hablar que os diré. Es una Iglesia de la que tenemos que aprender en la vieja Europa. Joven y acogedora, con un gran sentido comunitario que comienza en la comunidad de base del barrio, con su presidente y consejo pastoral para reunirse toda ella, sumándose los movimientos, en la parroquia, con el párroco y los catequistas como máximos responsables, acompañados por el Consejo de Pastoral. Ah y nuestros togolitos siguen en el campamento, valga a “Ti mi Buen Dios les concedas un merecido descanso, que allí sientan la felicidad que yo siento esta noche y la dicha de saber que están sirviéndote en aquellos a los que Tú serviste, los últimos de este mundo, este pueblo tan maltratado y tan fuerte, cuya vida no tiene valor para Occidente y sin embargo son los primeros para Ti. Padre bendice a Amparo, Silvia, Mireia y Cecilio, que esta experiencia les ayude a vivir con pasión el Evangelio de tu Hijo Jesucristo con la luz de tu Espíritu y la intercesión de María”. Buenas noches. Son las 23:56 en España, dos horas menos en Togo. Y por cierto me gusta este horario. Acostarse pronto y levantarse pronto. Mañana a las 6:30 misa.

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