jueves, 9 de agosto de 2012

Día 8º. Lunes 10 de Julio: final del campamento y tarde libre.

Día 8º. Lunes 9. Queridos amigos: Las 0:13 en España y las 10:13 en Togo, hora solar. El sueño nos está venciendo a todos los que vivimos la expedición, en un día en el que nos hemos levantado a las 7, desayunado y partido hacia Awandjelo. Allí después de saludar a los muchachos y contemplar como desayunaban, Silvia ha preparado una oración. En ella ha comenzado preguntándoles qué es la fe, a continuación un grupo de voluntarios se ha colocado alrededor de un muchacho con los ojos vendados y éste se ha dejado caer confiando con que no le dejarían. La siguiente dinámica ha sido semejante, tenía que correr esperando ser abrazado por un compañero. Pero para mí la más significativa ha sido la piedra. Cada uno ha tomado la suya. Hemos leído el Evangelio de la hija de Jairo. Y ha reflexionado entorno a ella. La hemos tocado, contemplando como tiene aristas, capaces de hacer daño a los demás cuando se acercan. También tiene partes lisas, otras rugosas y la mía tenía tierra en ella. Esa es nuestra vida. Nos ha invitado a ver en ella nuestra persona. La piedra de nuestra vida no es como quisiéramos. Tiene aristas que hacen daño a los demás, a veces sin querer, otras queriendo. Y tiene tierra acumulada que impide ver la belleza de nuestra vida. La piedra la tiene porque se ha sumergido en la tierra, se ha dejado acariciar por ella y por el agua. Forma parte de su historia. Son las personas que siempre están ahí, las que amamos, también nuestros apegos e intereses, nuestras ilusiones, nuestra propia vida. Silvia nos ha invitado a colocarla, mientras sonaba la música y después de contemplarla, junto a la cruz. Señor, yo soy esa piedra. Preferiría no tener aristas y el valor de desapegarme de todo lo que impide volar y ser libre, ser de otra forma, el sacerdote que este grupo espera de mí, los demás y vosotros deseáis. Pero soy una piedra junto a la cruz. Ella me recuerda que la vida es cruz. Y lo más importante, soy una pobre piedra pero que está cerca de Ti. Y así con un Padrenuestro ha concluido la oración. Después les han enseñado un divertido baile. Y ya ha sido comer y despedirse. Los niños han regresado a su casa. Pero de forma diferente a nuestro país. Aquí unos en bici, otros andando, o llevados por su párroco, con uno de ellos me he encontrado en este lugar, y un grupo en la camioneta de los salesianos. Un numeroso grupo. Esto es Togo. Aquí se comparte. Un educador le ha dado a un niño un chile y éste lo ha partido en tres trozos. Las familias necesitadas, como una mujer con su bebé, se han acercado a la comida y han recibido alimento. En Togo los coches pueden subir los que quepan y aguanten. Ah y al ir he subido detrás, sintiendo y viviendo la ciudad, este África que apasiona. Como os decía en Togo lo gente no tiene vehículo y siempre hay alguien que te recoge mientras andas por la carretera. Es la solidaridad efectiva. Después de dejar a los chicos y chicas y mayores en la Parroquia Don Bosco hemos ido a comer. Entre unas actividades y otras eran ya las cuatro de la tarde. Y a las cinco y media nos hemos acercado a la tienda de las monjas para ver crucecitas, manteles,… y para entrar en internet: contestar e-mails, informar en el Facebook y en mi caso escribir con un teclado diferente La Ventana para el Aleluya. Una hora conectándonos con vosotros, cuatro frases, suficientes para deciros lo felices que somos. Y lo soy, a pesar del sueño, el resfriado y el dolor de cabeza que provoca cansancio, nada diferente al que sufro en Valencia, bueno hay una singularidad: aquí me encuentro con Dios, lo veo y lo siento. Es difícil de explicar, quizás sea el espíritu misionero, pero veo a Jesucristo cerca, lo contemplo cada día en estas personas que nada tienen, en estos niños que van de campamento como los nuestros, con su mochilita o bolsa, pero sin autobús, durmiendo en pabellones oscuros, sin cuarto de aseo ni ducha, pero felices, de mirada alegre que se hacen querer. Es igual que los campamentos de los Juniors pero más cercano al Evangelio, a esa vida que no nos gusta y por supuesto, si tuviese la oportunidad, liberaría a todo el país de tanta miseria, pero que te hace ver las cosas de manera diferente, y no tienen nada. Esta noche dormirán en una chabola. Y nosotros decimos que no hay sitio para ellos en nuestro país. Bien después regresamos, cenamos, tiempo de recreo y a descansar. Eso, a descansar que mañana a las 7 suena el despertador. Gracias, Padre, por esta experiencia. Es dura como lo es todo en mi vida y en la vida de las personas. No veo más momentos duros que en un campamento o en el pueblo, en eso no es diferente, tan sólo que aquí uno se siente sacerdote, es el blanco que va no a explotarles sino a servirles y compartir con ellos el Evangelio de tu Hijo. Padre no nos dejes nunca de tu mano. Y a las 22:34 termino.

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