martes, 7 de agosto de 2012

Día 6º. Sábado 7 de Julio. Queridos amigos: Son las 22:28 de la noche en la Misión Salesiana. Después de haber cenado aquí estoy de nuevo para escribiros. Por cierto impresiona también como los religiosos no desperdician la comida, sino la sobrante la guardan. Además los restos van clasificados al cubo de material orgánico, al de material inorgánico y los huesecitos al tupperware de la comida del perro. Viven en pobreza quienes todo lo que tienen lo comparten. Ahora bien nuestro organismo necesita recibir una buena alimentación, de lo contrario, si se llevase la vida de los habitantes de este país enfermaríamos y la malaria podría causar estragos en nuestro organismo, hasta provocar la muerte. Cuando te encuentras aquí, hay momentos en los que crees que estás en Europa. entonces le pierdes el respeto a África, es decir, no importa beber cualquier agua, dormir en cualquier sitio,… Y no es así, el continente y el clima son diferentes, las enfermedades, denominadas tropicales, distintas, los medios sanitarios deficientes y nuestro organismo no se encuentra adaptado a estas condiciones de vida, por lo que cualquier virus autóctono es más dañino para nosotros que para quienes viven aquí. Así, me contaba el Padre Rafael, muchos misioneros morían durante el viaje o a los pocos días de alcanzar la costa y emprender la evangelización. Pero bien. Aquí he descubierto la luz de la pobreza. Son pobres y alegres, si bien no todos. Me llama la atención los niños de mirada perdida, quizás sean tímidos y de eso los monitores saben mucho. Quienes vamos de campamento más de una vez hemos escuchado el lloriqueo de quienes quieren volver a casa. Pero aquí los niños no lloran. Se les puede ver triste, sin embargo no he visto a uno solo en estos cinco días llorando. Recordando el día. Esta mañana a las 8:30 he partido con el Padre Rafael al Monasterio Benedictino de la Encarnación. Por caminos de tierra, cruzando el paso de un río y llevando a los que encontrábamos. Ese es otro rasgo. Pocas veces vamos solos. El coche para y sube a los feligreses que andan caminando. Al llegar al monasterio construido por los alemanes nos hemos revestido en la sacristía y saludado a algunos sacerdotes, la mayoría de ellos africanos. El Obispo también me ha saludado. Por el claustro nos hemos dirigido a la iglesia. Esta ocupaba el piso superior, era abierta y estaba rebosante de fieles, además de dos coros que han cantado música de la tierra, gospel y cantos en un gregoriano adaptado al lugar. En la eucaristía cuatro monjes han realizado la profesión religiosa y uno de ellos ha sido ordenado sacerdote. Ha sido desde las 9 hasta las 12:50 y como todo lo que ocurre en África, el tiempo ha transcurrido velozmente, marcado por los cantos, el sonido del tambor y la trompeta. La celebración ha tenido componentes de la Iglesia Universal y otros inculturizados. Así antes de profesar, los monjes han pedido permiso a sus padres, éstos les han autorizado a dejar su familia, con lo que significa en África la familia, la tribu, la etnia. Como Israel la persona no se comprende si la referencia a su pueblo. A continuación los han envuelto en un sudario y llevado como si estuviesen muertos sobre unas andas de caña. Ha sido impresionante. Ante mis ojos un grupo de personas trasladaban cuatro cadáveres vivos y los colocaban ante el altar. Totalmente amortajados y atados. El diácono se han postrado en tierra. Han cantado las letanías a los santos. Después un monje mientras recitaba y cantaba unas oraciones ha tocado por tres veces su cuerpo. A la tercera vez han sido desamortajados y han salido de sus “ataúdes”. Muertos a este mundo por Cristo han resucitado. En otro momento han firmado su compromiso en unas pieles y lo han mostrado a todos. También el prior les ha marcado en una pegatina pegada al pecho, escribiendo el nombre del monasterio. Otro momento significativo ha sido verles a los cuatro más el nuevo sacerdote danzando entorno a la cruz, a modo de tótem cristianizado. Es el África profunda donde la fe cristiana no anula sino que impregna la cultura indígena. La celebración ha proseguido y también quedará en mi recuerdo. Hoy ha sido un día importante para la Iglesia, pues tiene un sacerdote más y cuatro monjes que oran por todos nosotros. Después de comer. A las 15:30 me he trasladado al campamento y allí rencontrado con mi grupo. Tiempo para charlar y de nuevo impregnarse de África. Escuchando y participando de sus danzas. ¿Qué me ha venido a la mente? Pues quizás sea una tontería, pero viéndolos el modo como bailan, nada más semejante a una discoteca. Quizás creíamos que el bailar sueltos era moderno y no, sino mucho más antiguo que el bailar cogidos. Parecía realmente un baile de jóvenes, con sus movimientos de pies, caderas y brazos. Además de la música, es decir, los tam-tam y el tambor. Un baile que llena, mientras fuera llovía a cántaros. Concluida la animación nuestras chicas se han entregado, mientras los niños y niñas se duchaban, a regalar unas bonitas pulseras. Pasadas las seis la noche nos ha alcanzado en tan sólo quince minutos. En el aula de la escuela hemos rezado el rosario y con qué paz. Esta gente son de Dios, transmiten a Dios en su mirada. Un aula pequeña, calor sofocante y todos allí, niños, adolescentes y jóvenes rezando el Santo Rosario, pausadamente, con el corazón. Comienza el que la dirige “Dios te salve María” y siguen los demás. Hasta el momento todo pasa rápidamente. Son gotas de miel que endulzan los labios. África sigue sin defraudarme. A las 8 a casa y a las 9 cena con el Padre Rafael. Y a descansar que mañana a las 6 tengo misa en dos comunidades. Por primera vez celebraré la eucaristía, será sentirme realmente misionero, compartiendo la fe con ellos, en una iglesia sin luz, pobre como Cristo que vivió pobre. Y a las 10:54 me despido de vosotros. Buenas noches.

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